Me dijeron que no sabían cómo ayudarme. ¿Me dejáis usar el lavabo de vuestro baño?, les pregunté. Pero lo que me dijeron me dejó alucinado: ¡No tenían baño! Ni lavabo, ni váter, ni un grifo del que saliera agua limpia. ¿Y cómo os laváis?, les pregunté. ¡Vamos al río! Me dijeron. Y me dijeron que me acompañaban.
Cuando llegué al río me quité la mochila, y también la llené de caca, me quité la camisa con caca y metí las manos en el agua.